¿No te da esa sensación
de que hay algo dentro y que
debes sacarlo?
A mí sí.
Para contigo. Ya sabes.
De repente le dan a uno sus rachas
de...
no lo
sé, pero
ya sabes que así ocurre.
Y aquí estoy tratando de explicarme no sé cómo.
Y me pasa eso
de que no puedo liberar lo que siento.
Y te veo
y me dan ganas
de acurrucarme entre tus
brazos un rato
y dejarme llevar
en mares de 'tequiero's
y cuantas cosas puedan sucedernos
mientras estemos juntos.
Y a veces pienso
que te hartaré y
te irás
y me da miedo y no sé por qué.
Y aquí estoy tratando de explicar todo esto
y no sé cómo.
Quizá ya te lo expliqué todo,
y no me di cuenta
como luego me sucede
cuando
tengo miedo
y eso no está bien,
aunque ya lo sepas
y si lo sabes, qué bueno porque
quise decirte muchas cosas
y no sé si las dije,
pero te quiero y espero no te importe
demasiado.
Son muchas cosas que trato de explicarte
pero tal vez no sea necesario del todo.
No debería de dudar tanto. No sé por qué.
Bueno, tal vez sea momento de
decir algunas cosas que sí sé.
Qué bueno que no las desconozco,
porque son
muy
importantes para mí.
Tómalas, son tuyas.
De mí para ti:
Te quiero y sí sé cómo.
Te quiero y sí sé por qué.
miércoles, octubre 16, 2013
jueves, septiembre 12, 2013
miércoles, septiembre 04, 2013
The walks.
I felt
as if something
just vanished, like it was natural
for it to do
so, so I wondered why,
and I asked myself the reason.
An empty space appeared instead,
fulfilling with emptiness what was left behind.
I'm still thinking about it.
Long ago, I was sitting right there,
letting the sky cry
all over me
in ways no
human has ever cried, but felt as if
the heavens were crying
for me
and only for me and I cried with them
and wondered why the rain cried and
why I was raining all over the floor
and felt
something vanished.
I'm still thinking about it.
So I walked and walked,
the sides
of my head drilling my brain, stinging with a void still
missing
an explanation.
And I walked and walked,
looking for myself in the mirror, a mirror
which tells me I'm far away
which I am not.
And this feels like something is missing.
I'm still thinking about it.
I'm still thinking about you.
as if something
just vanished, like it was natural
for it to do
so, so I wondered why,
and I asked myself the reason.
An empty space appeared instead,
fulfilling with emptiness what was left behind.
I'm still thinking about it.
Long ago, I was sitting right there,
letting the sky cry
all over me
in ways no
human has ever cried, but felt as if
the heavens were crying
for me
and only for me and I cried with them
and wondered why the rain cried and
why I was raining all over the floor
and felt
something vanished.
I'm still thinking about it.
So I walked and walked,
the sides
of my head drilling my brain, stinging with a void still
missing
an explanation.
And I walked and walked,
looking for myself in the mirror, a mirror
which tells me I'm far away
which I am not.
And this feels like something is missing.
I'm still thinking about it.
I'm still thinking about you.
sábado, junio 29, 2013
Polaris.
I look up.
There she is. It's Polaris.
The North Star.
She shines more than other stars. I do not know why,
but there she is.
She shines more than other stars.
Guiding me through cold and dark nights.
Stars
in the sky that won't match her light.
She always points to North.
I now know
where I am.
Polaris
shines more than any other star
I have ever known.
Shine.
jueves, junio 27, 2013
Reasoning of fear.
I took away,
never looked back,
because if I did, I would
turn into salt and that never
is something good. You know,
what if I end up in a steak
instead of reaching
to grab and love you like I always
did, do, and will do.
My hands are tired
of all this effortless caressing, seems like
if this'll never end. What if it never does
? I fear for me, my life,
what about
you? I just fear you'll leave me, heart-
broken in the sand of my solitary beach
and say you no longer love me,
but that'll be sad. I did great lengths to
be with you, I don't want to look back.
I know
I could be
with you
forever and never leave you.
I have done things,
Idon'twanttodothemagain.
Just for you.
Come here, love me, never leave me. Please.
never looked back,
because if I did, I would
turn into salt and that never
is something good. You know,
what if I end up in a steak
instead of reaching
to grab and love you like I always
did, do, and will do.
My hands are tired
of all this effortless caressing, seems like
if this'll never end. What if it never does
? I fear for me, my life,
what about
you? I just fear you'll leave me, heart-
broken in the sand of my solitary beach
and say you no longer love me,
but that'll be sad. I did great lengths to
be with you, I don't want to look back.
I know
I could be
with you
forever and never leave you.
I have done things,
Idon'twanttodothemagain.
Just for you.
Come here, love me, never leave me. Please.
miércoles, junio 19, 2013
Piromanía.
Le dijo que se sentía bien. Le contestó con una mirada de reproche, quizá de impaciencia. Poniendo los ojos en blanco, abandonó el cuarto y lo dejó solo. Observó la puerta cerrarse tras de ella y no supo qué pensar.
Por esos días, la gente parecía detenerse a pensar en seguido en lo que les sucedería en su futuro. Se respiraba un aire a vaticinio, un vaticinio incierto que dejaba más desconcertado a quien lo respirara. Él soñaba con edificios ardiendo, renaciendo como el Fénix, quemándose en un círculo vicioso infinito. Se preguntaba que significaría todo aquello.
Esa noche, cuando ella le preguntó cómo se sentía, él recordó que no sabía mentir. Sus palabras decían algo, mientras sus gestos lo contradecían. Vaciló y entonces supo que no le creyó en lo absoluto. A costa de insistir y quedar como un idiota, lo dejó solo.
Ya llevaba un rato respirando vicio, marcado el humo con nostalgia y la incertidumbre absoluta de un futuro que no llegaba nunca. Encendió un cigarro rápidamente, apagó la luz, abrió la ventana y respiró todavía más aquella ansiedad. Un raro estremecimiento le sacudió las entrañas. Se retorció un poco, ahogando los quejidos de dolor. El dolor se detuvo un momento, dando paso a un trémulo fogoncillo que se encendió dentro de él. Escocía. Corrió al baño, y bebió agua del grifo.
El dolor se calmó, pero su sueño regresó más nítido aquella noche, más nítido que en cualquier otra ocasión.. Los edificios ardían, se caían, se erigían de nuevo. Esa vez, se acercó a una de las cíclicas ruinas y vio un espejo. Se vio, totalmente desnudo. Su cara estaba carcomida por el salitre de los edificios; sus manos estaban callosas, repletas de hollín y tenían un ligero olor a chamusquina. Estaba maltrecho, la piel del abdomen hecha jirones negruzcos.
No se horrorizó. Se invadió, más bien, de un sentimiento enorme y absurdo de revivir como los Fénix que se erguían frente a él. Se acercó a las ruinas que se reconstruían. Subió cada peldaño, restablecido poco antes de que pusiera su marchito pie sobre éste y llegó a la azotea. Un quejido de vigas de madera y cemento resquebrajándose, contrastando contra un crepitar creciente llegaron a sus oídos. Cerró los ojos y esperó.
El estómago volvió a arder, como las pequeñas brasas abandonadas en el cenicero: casi muertas, pero aún respirando. No se sobresaltó esta vez, tampoco la despertó; ella seguía en su propia incertidumbre nocturna, quizá no tan devastadora como la de él. Abrió la ventana que ella cerró, vació las cenizas y dudó si debía volver a fumar. Más pudo la falsa necesidad de su cuerpo.
El chasquido del encendedor fue instantáneo. Ahogado por el dolor tan intenso, no pudo pronunciar ninguna palabra. Se desplomó. La primer calada quedó en vilo, atascada a mitad del filtro, mientras el cigarro caía con parsimonia hacia el suelo. El cuerpo no hizo ruido alguno.
Ella siguió soñando con la incertidumbre del despertar. No tuvo necesidad de saber nada más.
Por esos días, la gente parecía detenerse a pensar en seguido en lo que les sucedería en su futuro. Se respiraba un aire a vaticinio, un vaticinio incierto que dejaba más desconcertado a quien lo respirara. Él soñaba con edificios ardiendo, renaciendo como el Fénix, quemándose en un círculo vicioso infinito. Se preguntaba que significaría todo aquello.
Esa noche, cuando ella le preguntó cómo se sentía, él recordó que no sabía mentir. Sus palabras decían algo, mientras sus gestos lo contradecían. Vaciló y entonces supo que no le creyó en lo absoluto. A costa de insistir y quedar como un idiota, lo dejó solo.
Ya llevaba un rato respirando vicio, marcado el humo con nostalgia y la incertidumbre absoluta de un futuro que no llegaba nunca. Encendió un cigarro rápidamente, apagó la luz, abrió la ventana y respiró todavía más aquella ansiedad. Un raro estremecimiento le sacudió las entrañas. Se retorció un poco, ahogando los quejidos de dolor. El dolor se detuvo un momento, dando paso a un trémulo fogoncillo que se encendió dentro de él. Escocía. Corrió al baño, y bebió agua del grifo.
El dolor se calmó, pero su sueño regresó más nítido aquella noche, más nítido que en cualquier otra ocasión.. Los edificios ardían, se caían, se erigían de nuevo. Esa vez, se acercó a una de las cíclicas ruinas y vio un espejo. Se vio, totalmente desnudo. Su cara estaba carcomida por el salitre de los edificios; sus manos estaban callosas, repletas de hollín y tenían un ligero olor a chamusquina. Estaba maltrecho, la piel del abdomen hecha jirones negruzcos.
No se horrorizó. Se invadió, más bien, de un sentimiento enorme y absurdo de revivir como los Fénix que se erguían frente a él. Se acercó a las ruinas que se reconstruían. Subió cada peldaño, restablecido poco antes de que pusiera su marchito pie sobre éste y llegó a la azotea. Un quejido de vigas de madera y cemento resquebrajándose, contrastando contra un crepitar creciente llegaron a sus oídos. Cerró los ojos y esperó.
El estómago volvió a arder, como las pequeñas brasas abandonadas en el cenicero: casi muertas, pero aún respirando. No se sobresaltó esta vez, tampoco la despertó; ella seguía en su propia incertidumbre nocturna, quizá no tan devastadora como la de él. Abrió la ventana que ella cerró, vació las cenizas y dudó si debía volver a fumar. Más pudo la falsa necesidad de su cuerpo.
El chasquido del encendedor fue instantáneo. Ahogado por el dolor tan intenso, no pudo pronunciar ninguna palabra. Se desplomó. La primer calada quedó en vilo, atascada a mitad del filtro, mientras el cigarro caía con parsimonia hacia el suelo. El cuerpo no hizo ruido alguno.
Ella siguió soñando con la incertidumbre del despertar. No tuvo necesidad de saber nada más.
viernes, mayo 24, 2013
Touched by a fragment of beautiful Universe.
Blessed girl of the bright smile
I feel like
I've known you forever, yet
not as much as I could
wish for.
Blessed girl of sweet eyes,
I'd like to
discover your secrets
hidden beneath your flesh.
Blessed girl of outstanding wits,
I want to touch your
soul, take its hand, and sail on
to the horizon together.
Blessed girl of my fascination,
come to light up my
darkened path, take my hand,
make me feel alive.
Blessed girl, wanderer of my dreams,
come to me, let me love you.
Let me tell you
how much do I love you
before I perish in the
vastness of your cells.
Blessed girl,
you are my one and only blessed girl.
I love you.
domingo, mayo 12, 2013
Patíbulo.
Tuvo que ser justamente con ese tono desgarrador.
No me gritaba, pero sus verdades sonaban contundentes.
Las mías, no, no se parecían.
Toda esa información atropellándose en mi cabeza.
Todo, todo fue falso.
Yo no estoy en el paredón, yo no.
YO NO SOY AL QUE VAN A FUSILAR.
¿O sí?
Pero, ¿y si sí lo fuera?
¿Podría huir?
No sé si pueda huir. Estos barrotes se ven firmes.
La puerta, sin embargo, se abre por adentro.
Que no pasen, que no pasen. No pueden pasar. No pueden.
No derribarán mis puertas.
Yo los resistiré. Moriré como un...
¿hombre?
Tal vez a eso no lo puedas llamar "hombre".
Huir, suena bien.
Morir, también.
Resistir... No, dolería más.
Resistir no es la opción. No hay ideales por los que pelear.
Siempre es mejor morir.
El único sentido que queda cuando todos los demás se pierden
es vivir para no despertar otra vez,
para no despertar jamás.
No me gritaba, pero sus verdades sonaban contundentes.
Las mías, no, no se parecían.
Toda esa información atropellándose en mi cabeza.
Todo, todo fue falso.
Yo no estoy en el paredón, yo no.
YO NO SOY AL QUE VAN A FUSILAR.
¿O sí?
Pero, ¿y si sí lo fuera?
¿Podría huir?
No sé si pueda huir. Estos barrotes se ven firmes.
La puerta, sin embargo, se abre por adentro.
Que no pasen, que no pasen. No pueden pasar. No pueden.
No derribarán mis puertas.
Yo los resistiré. Moriré como un...
¿hombre?
Tal vez a eso no lo puedas llamar "hombre".
Huir, suena bien.
Morir, también.
Resistir... No, dolería más.
Resistir no es la opción. No hay ideales por los que pelear.
Siempre es mejor morir.
El único sentido que queda cuando todos los demás se pierden
es vivir para no despertar otra vez,
para no despertar jamás.
martes, mayo 07, 2013
Noche de una estrella.
For a time, forever yours.
¿Qué haces sentada ahí?, le dije, si yo te hacía a varios kilómetros de aquí. Tu mirada delataba tus inevitables ganas de dormir. Seguramente mi semblante era el mismo. Me sonreíste, cansada. Te sonreí. Te tomé entre mis brazos, olvidando por completo mi pregunta. Nos acostamos, te acurrucaste contra mi pecho. Susurramos, nuestra voz siendo eco de cuánto sueño nos embargaba en aquel momento.
Oías mi corazón tranquilo, sintiéndose en paz en una noche citadina sin estrellas. Tus brazos, reposando contra mi pecho, se relajaban lentamente. Cerraste los ojos. Cerré los míos.
Cobijados por el mismo cielo, por el mismo sueño, fuimos a encontrarnos otra vez, mientras los corazones bailaban frente a frente, retozando, tomándose de la mano, riendo y compartiendo labios. Sumergidos, alegres, inseparables.
Siendo uno, aún siendo dos.
sábado, mayo 04, 2013
Des étoiles.
I, sometimes,
wake up and I find my world untouched.
It is perfect, you know?
Round and transparent and clean.
It seems so beautiful,
so calm. Filled of many interesting things.
Sometimes,
I see the Moon and it's like my world:
pristine.
The Moon smiles and it smiles back.
She's the Moon, the one who
lights my nights. The one who scares
away the blinding light.
Clouds, what are they?
Condensed and happy, flying
crystals, obscuring the night,
shading the stars.
Why?
I love them, but no.
World is
where my heart will finally
rest.
At last.
wake up and I find my world untouched.
It is perfect, you know?
Round and transparent and clean.
It seems so beautiful,
so calm. Filled of many interesting things.
Sometimes,
I see the Moon and it's like my world:
pristine.
The Moon smiles and it smiles back.
She's the Moon, the one who
lights my nights. The one who scares
away the blinding light.
Clouds, what are they?
Condensed and happy, flying
crystals, obscuring the night,
shading the stars.
Why?
I love them, but no.
World is
where my heart will finally
rest.
At last.
martes, abril 30, 2013
Segunda persona.
De repente, recuerdo bien,
que me hablaste.
Y no supe qué hacer.
Pero no me habló tu tú
tan tuyo.
Sino otra tú. De esas veces que
eres tú, pero no tan tú.
Quedé pasmado.
Una tú que no te conocía.
Tan tuya, tan tú.
Tan te quise...
Es que ser tú debe ser muy tú
que es muy complejo.
Y amé que tu tú, con todo lo tuyo
me quisiera.
jueves, abril 25, 2013
Spiders, or lack thereof.
I wish , sincerely, you never find a spider again. Yet, I think you will, anyways.
Eight legs,
two segments.
One body, silky, silky
all the way, living underneath
your door, your house,
perhaps your dreams.
Pest control, this monster is
about to eat me, drive it away.
It will eat me, maybe, and then
make my flesh go silky, silky,
and maybe no one will ever remember who I was.
With its powerful mouth,
it will pinch, and eat, and bite.
Don't let it near me,
I would most probably die.
Please, help, help.
I don't want to be afraid anymore.
Two legs,
pink skin.
One body, armed and ready.
Oh, silky, silky your life was,
but now it is no more.
Sorry, lad, you were something beautiful
in Nature. I liked you
But I love her so.
I don't want her to be afraid,
you know?
Life is so curious, sometimes.
Spider, I am sorry.
Now, she is happy once more.
I hope you understand
your sacrifice was never in vain.
You should see her smile.
viernes, abril 19, 2013
Of all trades, Heart.
I wondered if
thine heart was made of beautiful
crystals, perchance
diamonds. Or was it just
an illusion of a
delusional heart? I can't
be certainly certain.
Why would I be,
in the first place. I dozed off
in thine heart, feeling the coldness
and complexity of beauty.
Your heart, there, I felt at home.
But, I am not,
even though I try to be, but not.
Why? I still don't get
the reason we left.
My heart is not here, nor is
in yours.
It fled, to a distant land,
of quiet tremors and solitude and forgiving.
Thine heart is what is left of myself.
I let my heart vanish,
furnished my ribs with a plastic
blood pump. Fueled with
a spark of yours.
My heart is no longer here.
Nor is it yours, nor is it mine.
It's solely
thine heart.
Traición.
Recibí, sentí el vaivén de mil moléculas de silicatos pulidos cruzando cada hebra de mis músculos, rompiendo y quebrando las células de mis costillas. Mire hacia abajo, horrorizado; no habían pasado los dos segundos que tarda el cerebro en procesar el dolor. Volteé.
Y lo vi.
Sonreía con malicia. Estaba ahí, en ese trozo esmerilado y liso, puntiagudo en uno de sus extremos.
Cerré los ojos.
Y sucumbí.
Y lo vi.
Sonreía con malicia. Estaba ahí, en ese trozo esmerilado y liso, puntiagudo en uno de sus extremos.
Cerré los ojos.
Y sucumbí.
martes, abril 02, 2013
Prólogo al sueño.
Una mañana, despertó.
Vio al techo, miró al espejo; no logró resistir.
¿Por qué hoy también?
Su cabeza retumbaba.
Vio al espejo.
No lo soportó.
Con su zapato, rompió el espejo.
Yo no sabría decirles por qué lo hizo.
Lo hizo, simplemente, porque algo tenían sus ojos.
Quiero pensar, claro.
Bueno. El suelo se llenó de pequeños reflejos.
No sólo fue un reflejo de sí. Ahora fueron cientos, deformes, diminutos, torcidos. De todo tipo.
Miró al suelo con horror. Hizo un par de llamadas.
Llegaron, más tarde.
Los espejitos fueron recogidos. Temblaba de angustia. Seguía imaginando cada trocito.
Una mano recorrió su rostro. Una voz le aconsejó calma.
Sonrió. La puerta se cerró.
Una vez más, soledad.
El espejo tenía un marco metálico.
Quedaba éste desnudo, luciendo un hueco cóncavo en su interior.
Suspiró. No más espejos, se dijo.
El metal tenía una particularidad. Había sido pulcramente pulido.
Sufrió.
No llamaría de nuevo. No volverían a salvarle.
Cerrando los ojos, el marco sufrió la gravedad a dos pisos de altura.
Sin embargo, el daño había sido hecho.
Una pequeña ventana.
Un vaso de vidrio. Un reloj en su muñeca.
Los pomos de la puerta. Cuchillos.
Luz que rebota en el mismo ángulo en que incide, del otro lado del plano.
Simetría descrita con una redirección. Perfecta simetría.
Todo estalla. Los ojos se hacen más pequeños.
Pero ahora son más. Muchos. Lo observan.
Necesitan de él, necesitan alimentarse de él.
Lo ven, beben de su río. Se nutren de su corriente.
El caudal se hace más débil. Los ojos observan.
Se sienten cansados. Se han saciado.
Es hora de la siesta. Siempre da sueño después de comer...
Es
tiempo
de
dorm...
"(Un tenue silencio; abre la boca, se arrepiente; balbucea) Descansa..."
miércoles, marzo 20, 2013
Mother is at six feet below.
When you die, I'll be there.
When I die, I hope you do, too.
I sometimes imagine everyone
joining revelry while we lay in our
beds, watching Time and Space.
It'll be our funeral, yes.
If you die, take me with you.
So selfish, so self-centered,
it's what I deserve, it's what I crave for.
Your body, your soul, you.
So lonely our funeral will be,
no one mourning us, while watch
Time and Space together.
Isn't that wonderful? Consumed,
turned into dust, together.
Oh, where are you? Neither of
us is dead. But we will, someday.
Lingering fingers, sitting on grass
patches and saying life sucks.
Will it be good to attend our funeral?
So I say, we'll be burnt together,
in a giant bonfire of things lost and forgotten.
Spread, then, into the windy nights of some
mid-summer days, returning to our Mother.
It'll be fantastic.
You and me.
Forever.
Together.
In Death.
When I die, I hope you do, too.
I sometimes imagine everyone
joining revelry while we lay in our
beds, watching Time and Space.
It'll be our funeral, yes.
If you die, take me with you.
So selfish, so self-centered,
it's what I deserve, it's what I crave for.
Your body, your soul, you.
So lonely our funeral will be,
no one mourning us, while watch
Time and Space together.
Isn't that wonderful? Consumed,
turned into dust, together.
Oh, where are you? Neither of
us is dead. But we will, someday.
Lingering fingers, sitting on grass
patches and saying life sucks.
Will it be good to attend our funeral?
So I say, we'll be burnt together,
in a giant bonfire of things lost and forgotten.
Spread, then, into the windy nights of some
mid-summer days, returning to our Mother.
It'll be fantastic.
You and me.
Forever.
Together.
In Death.
martes, marzo 12, 2013
Papá.
Creo entender mejor cómo fuiste.
Sé que tú viviste una versión extremista de mi vida.
Además, ellos dos vivían juntos.
Pero, quizá, la intención siempre fue ésa: huir.
Gracias a que huiste, te viste obligado a madurar.
Porque huiste, trabajaste.
Porque huiste, viviste al día.
Porque huiste, ella jamás te volvió a tocar.
Quizá es por eso que mencionas tanto ese episodio.
Quizá es tu mayor orgullo, saber cuándo crecer y olvidar.
Porque no los dejaste de querer, pero los necesitabas lejos.
Porque te estorbaban y te impedían volar.
Así fuiste lo que quisiste,
una manifestación total y absoluta de ti.
Enjuta, solitaria, pasando muchas penurias,
pero te tenías a ti, solo, al fin.
Y sí, eso es lo que yo más admiro de tu persona.
Tu capacidad de echarte a correr, sin mirar atrás.
Supiste que eso era lo que necesitabas para crecer.
Ahora me toca, pero yo no sé si podré.
Enfrenta tus miedos, enfrenta tus delirios,
salva tu mente, salva tu patria
salva lo que más ames, salva lo que eres,
porque en esta tierra sólo el existe
el perdón de uno mismo.
Sé que tú viviste una versión extremista de mi vida.
Además, ellos dos vivían juntos.
Pero, quizá, la intención siempre fue ésa: huir.
Gracias a que huiste, te viste obligado a madurar.
Porque huiste, trabajaste.
Porque huiste, viviste al día.
Porque huiste, ella jamás te volvió a tocar.
Quizá es por eso que mencionas tanto ese episodio.
Quizá es tu mayor orgullo, saber cuándo crecer y olvidar.
Porque no los dejaste de querer, pero los necesitabas lejos.
Porque te estorbaban y te impedían volar.
Así fuiste lo que quisiste,
una manifestación total y absoluta de ti.
Enjuta, solitaria, pasando muchas penurias,
pero te tenías a ti, solo, al fin.
Y sí, eso es lo que yo más admiro de tu persona.
Tu capacidad de echarte a correr, sin mirar atrás.
Supiste que eso era lo que necesitabas para crecer.
Ahora me toca, pero yo no sé si podré.
Enfrenta tus miedos, enfrenta tus delirios,
salva tu mente, salva tu patria
salva lo que más ames, salva lo que eres,
porque en esta tierra sólo el existe
el perdón de uno mismo.
jueves, febrero 28, 2013
Sésamo.
Ella me dijo que no creía que todo pudiese resumirse en una palabra. Yo le dije que no era del todo imposible, que tal vez hacía falta intentarlo mucho y llegar a esa máxima simplificación. Inmediatamente, comparó mi idea (como lo había previsto) con 1984, de Orwell: que si eso obligaba al lenguaje a ser burdo, parco, aburrido, etecé, etecé, etecé. Tuve que atajarla y decirle que no lo pensaba así. Si he de ser sincero, creo que nunca me entendió como yo a ella.
Le tuve que explicar detalladamente mi idea: quería transmitir un mensaje completo diciendo únicamente una palabra; sin embargo, no era para expresar una conversación rutinaria, de ésas que suelen empezar con un "Buenos días". No, ésa no era la intención. Entonces, le dije que, a través de un extenso estudio y del método ensayo-error, podríase encontrar la palabra exacta, la cadencia correcta, el tono adecuado y el ritmo ad hoc que pudiese sincerar pensamientos sin necesidad de excesiva palabrería.
Me miró con curiosidad, pero al mismo tiempo con escepticismo olímpico. Suspiré. Una vez más no podría darme a entender; de nuevo, tendría que soportar su obstinación, remarcándome que sólo pensaba pura tontería. No obstante, esta vez fue distinto. Su semblante cambió abruptamente. De la nada, con una mirada gatuna, mitad seductora y mitad retadora, me propuso intentarlo, a cambio de lo que yo quisiera. Me guiñó tres veces el ojo.
La vi y el cuerpo me dio un ligero respingo. Irradiaba lascivia y altanería, mientras un brillo luciferino nacía en sus ojos. Santo Dios... Me pregunté qué rayos hacía con ella. Era una duda constante, que se presentaba en diversas ocasiones. El resto del tiempo, prefería olvidarlo por razones que aún desconozco. Tuve que contestar que sí; de lo contrario, se la hubiese pasado chingando. Me encantaba su Ley de Herodes. Además, mi paciencia rara vez ha sido mucha. No hubiera aguantado una sesión intensiva de su vocecita jodiendo mi tímpano como si no hubiera mañana.
Como de costumbre, impuso las condiciones: tendría yo tres meses para descubrir la palabra que la hiciese derretirse como princesa de cuento. De lo contrario (cito textual "para sazonar las cosas"), me pondría de patas en la calle. Mi cuerpo sintió la imperiosa necesidad de suspirar. De nuevo. No sé si resistía por amor. No sé si la aguantaba por rutina. No sé si la soportaba por temor a la soledad. Patético como me vi, acepté sus endemoniados términos y de inmediato me puse a trabajar en eso.
Podría suponerse que exprimí mi cerebro al máximo a lo largo de los noventa días de plazo. Sí, así fue. Además, aunado a mis propios pendientes, mi situación de vago se veía muy próxima. Sintiendo pasos en la escalera, estudié diccionarios, enciclopedias, leyendas, cuentos, artículos, lo que fuera, con tal de no dejarme vencer. No podía caer. Me esforzaba no para ganar, sino para no perder.
El maldito, fatídico, fulminante, etc., etc., ad infinitum, día llegó y yo seguía siendo un ignorante. Empecé a despedirme de mis cosas. Sí, llegué a ese grado dentro del patetismo, el non plus ultra de la mediocridad. Temblando, llegué ante ella. Viéndome como un lacayo, la reina habló, con la barbilla levantada, los ojos cantando victoria y la espalda recta -contra costumbre, porque ella se encorva mucho-, reclamando la, cito textual, "palabra mágica que me habrá de sublimar, como me prometiste, siervo." Apenas terminó de pronunciar la frase y se carcajeó, felicitándose por tan buena representación de "un rey mamón" (lo peor de todo es que no hay mejor descripción para esta situación que no emplee sus entrecomillados).
Miré al suelo, derrotado. Repitió su exigencia, esta vez sin tanto regodeo ni prosa barata. Cerré los ojos, caminé hacia ella, sin dejar de ver sus pies. Sentía su mirada de poder, sintiendo bajo sus manos la docilidad del perro regañado. Y bien, me dijo, te escucho. Su tonito me sulfuró bastante. Entonces, decidí arriesgarlo todo, decirle lo primero que me viniera a la mente y esperar lo mejor. Levanté la cabeza, respiré con calma, profundamente y recorrí los pasos que me faltaban para llegar a ella.
Me acerqué tanto que observó fijamente mis labios, como si los deseara. Me temblaba el cuerpo, sudaban frío mis manos. Por poco y pierdo la concentración. La tensión era enorme. El espacio se comprimía a mi alrededor. Mis átomos parecían achicarse. Fue ahí, en la lucidez de la claustrofobia, del miedo que tenía, de la ira contenida, que lo supe, supe lo que necesitaba saber. La sujeté de las muñecas y una mueca de victoria reemplazó mi cara. Su gesto cambió tan rápido como el mío, transfigurándose a terror puro.
Fue entonces que le susurré al oído.
Y se desmayó.
Tuve que huir porque, hasta donde yo sé, ya no se levantó.
Le tuve que explicar detalladamente mi idea: quería transmitir un mensaje completo diciendo únicamente una palabra; sin embargo, no era para expresar una conversación rutinaria, de ésas que suelen empezar con un "Buenos días". No, ésa no era la intención. Entonces, le dije que, a través de un extenso estudio y del método ensayo-error, podríase encontrar la palabra exacta, la cadencia correcta, el tono adecuado y el ritmo ad hoc que pudiese sincerar pensamientos sin necesidad de excesiva palabrería.
Me miró con curiosidad, pero al mismo tiempo con escepticismo olímpico. Suspiré. Una vez más no podría darme a entender; de nuevo, tendría que soportar su obstinación, remarcándome que sólo pensaba pura tontería. No obstante, esta vez fue distinto. Su semblante cambió abruptamente. De la nada, con una mirada gatuna, mitad seductora y mitad retadora, me propuso intentarlo, a cambio de lo que yo quisiera. Me guiñó tres veces el ojo.
La vi y el cuerpo me dio un ligero respingo. Irradiaba lascivia y altanería, mientras un brillo luciferino nacía en sus ojos. Santo Dios... Me pregunté qué rayos hacía con ella. Era una duda constante, que se presentaba en diversas ocasiones. El resto del tiempo, prefería olvidarlo por razones que aún desconozco. Tuve que contestar que sí; de lo contrario, se la hubiese pasado chingando. Me encantaba su Ley de Herodes. Además, mi paciencia rara vez ha sido mucha. No hubiera aguantado una sesión intensiva de su vocecita jodiendo mi tímpano como si no hubiera mañana.
Como de costumbre, impuso las condiciones: tendría yo tres meses para descubrir la palabra que la hiciese derretirse como princesa de cuento. De lo contrario (cito textual "para sazonar las cosas"), me pondría de patas en la calle. Mi cuerpo sintió la imperiosa necesidad de suspirar. De nuevo. No sé si resistía por amor. No sé si la aguantaba por rutina. No sé si la soportaba por temor a la soledad. Patético como me vi, acepté sus endemoniados términos y de inmediato me puse a trabajar en eso.
Podría suponerse que exprimí mi cerebro al máximo a lo largo de los noventa días de plazo. Sí, así fue. Además, aunado a mis propios pendientes, mi situación de vago se veía muy próxima. Sintiendo pasos en la escalera, estudié diccionarios, enciclopedias, leyendas, cuentos, artículos, lo que fuera, con tal de no dejarme vencer. No podía caer. Me esforzaba no para ganar, sino para no perder.
El maldito, fatídico, fulminante, etc., etc., ad infinitum, día llegó y yo seguía siendo un ignorante. Empecé a despedirme de mis cosas. Sí, llegué a ese grado dentro del patetismo, el non plus ultra de la mediocridad. Temblando, llegué ante ella. Viéndome como un lacayo, la reina habló, con la barbilla levantada, los ojos cantando victoria y la espalda recta -contra costumbre, porque ella se encorva mucho-, reclamando la, cito textual, "palabra mágica que me habrá de sublimar, como me prometiste, siervo." Apenas terminó de pronunciar la frase y se carcajeó, felicitándose por tan buena representación de "un rey mamón" (lo peor de todo es que no hay mejor descripción para esta situación que no emplee sus entrecomillados).
Miré al suelo, derrotado. Repitió su exigencia, esta vez sin tanto regodeo ni prosa barata. Cerré los ojos, caminé hacia ella, sin dejar de ver sus pies. Sentía su mirada de poder, sintiendo bajo sus manos la docilidad del perro regañado. Y bien, me dijo, te escucho. Su tonito me sulfuró bastante. Entonces, decidí arriesgarlo todo, decirle lo primero que me viniera a la mente y esperar lo mejor. Levanté la cabeza, respiré con calma, profundamente y recorrí los pasos que me faltaban para llegar a ella.
Me acerqué tanto que observó fijamente mis labios, como si los deseara. Me temblaba el cuerpo, sudaban frío mis manos. Por poco y pierdo la concentración. La tensión era enorme. El espacio se comprimía a mi alrededor. Mis átomos parecían achicarse. Fue ahí, en la lucidez de la claustrofobia, del miedo que tenía, de la ira contenida, que lo supe, supe lo que necesitaba saber. La sujeté de las muñecas y una mueca de victoria reemplazó mi cara. Su gesto cambió tan rápido como el mío, transfigurándose a terror puro.
Fue entonces que le susurré al oído.
Y se desmayó.
Tuve que huir porque, hasta donde yo sé, ya no se levantó.
viernes, febrero 22, 2013
Falanges
Sé que es una cursilería. Pero ahí va, de todos modos.
mientras te decía a besos
que te amaba.
Quise que mis falanges
aprisionaran tu piel,
un susurro a la vez,
mientras tocaba el borde
de tus ojos miel.
Me llenabas, me llenaste.
Me tomaste de la mano
y callaste todo;
te tomé de la mano,
y te dije
cuantos cariños
mis manos te hubieron
prodigado.
Dime tú,
dime si no es cierto
que te dije
lo que mi boca no pudo decir
en un roce de células
de mi mano.
Así sabré que
no escapaste de
cuan feliz me hiciste.
sábado, febrero 16, 2013
Libro de diez páginas.
Yo
sólo existo
para cumplir una
tarea que no entiendo
ni tampoco quiero entender ni
sé de qué trata o por
qué está ahí. Sólo sé que me
iré y algún día ése será mi fin:
morir para después nacer en otro lugar muy distinto.
miércoles, enero 30, 2013
Yo no quise.
Yo no quería
y, sin embargo, fue.
Fue como si me azotara un gélido
viento, voraz y despiadado
por la espalda.
Yo no quería
porque es
algo que hierve mi sangre.
La hierve, invade mi querer,
mi sentir y mi pensar.
Desaparezco,
tiemblo como otrora,
yo no soy así. No.
Quizá sea tiempo de querer.
No, no.
Yo no quería
que sucediera.
No importaba cómo fuera.
Contuve la respiración, soñé con alcanzar
tranquilidad que nunca vino.
Yo no quería,
yo no quise.
La insolación vino y
secó verdes prados.
La lluvia no volverá, dicen.
Miro al cielo, espero con
ansias la noche.
Yo no quería,
yo no sé si deba querer,
yo sé que no quiero.
Un tenue resplandor selénico
me dice que el sol habrá de terminar.
Pero volverá mañana.
Yo no quería,
yo no quiero.
Por favor.
y, sin embargo, fue.
Fue como si me azotara un gélido
viento, voraz y despiadado
por la espalda.
Yo no quería
porque es
algo que hierve mi sangre.
La hierve, invade mi querer,
mi sentir y mi pensar.
Desaparezco,
tiemblo como otrora,
yo no soy así. No.
Quizá sea tiempo de querer.
No, no.
Yo no quería
que sucediera.
No importaba cómo fuera.
Contuve la respiración, soñé con alcanzar
tranquilidad que nunca vino.
Yo no quería,
yo no quise.
La insolación vino y
secó verdes prados.
La lluvia no volverá, dicen.
Miro al cielo, espero con
ansias la noche.
Yo no quería,
yo no sé si deba querer,
yo sé que no quiero.
Un tenue resplandor selénico
me dice que el sol habrá de terminar.
Pero volverá mañana.
Yo no quería,
yo no quiero.
Por favor.
lunes, enero 28, 2013
Fags.
I wished
I was some kind of
bulletproof, immortal.
You know, the kind
that can last forever,
and never sleep, wandering in the alleys
of some lost cities.
Echoes of a cute voice,
calling the three of us "fags" wander deep into the heart
of some lost cities.
I sometimes wished you could
be lost forever. But I never really did.
And I'm sorry.
You never did go. That is great.
I never wanted you to get away from me,
embracing Death and Forgetfulness,
fully engulfed in flames, becoming gray and
faltering memories.
It's, you know, that kind of
feeling, whenever you become lost in
another else's city, when you become infinite
in another else's life.
It's kind of coming back.
De-dust.
It's time for some clean-up.
The walls are falling, the dreams are breaking apart.
Let's have another trip all together.
Let me feel neverended once more.
I was some kind of
bulletproof, immortal.
You know, the kind
that can last forever,
and never sleep, wandering in the alleys
of some lost cities.
Echoes of a cute voice,
calling the three of us "fags" wander deep into the heart
of some lost cities.
I sometimes wished you could
be lost forever. But I never really did.
And I'm sorry.
You never did go. That is great.
I never wanted you to get away from me,
embracing Death and Forgetfulness,
fully engulfed in flames, becoming gray and
faltering memories.
It's, you know, that kind of
feeling, whenever you become lost in
another else's city, when you become infinite
in another else's life.
It's kind of coming back.
De-dust.
It's time for some clean-up.
The walls are falling, the dreams are breaking apart.
Let's have another trip all together.
Let me feel neverended once more.
domingo, enero 20, 2013
Lluvia de temporal.
Mira, en este cielo hay lluvia.
No se ve, pero la siento abatirse sobre mí.
La veo empapándome.
La frescura, los tonos grises
que anuncian serán verdes.
Lluvia, en este momento,
llueve, llueve dentro de mí.
Los campos se alegran.
Hay niños brincando en los charcos. Las cosas
grises mueren un instante.
Viniste, te vi.
La lluvia cae en finas, pero constantes
gotas. Se empapa mi corazón,
se impregna del olor húmedo,
se nutre del agua,
Siento fraguar dentro de mí
algo magnífico,
hijo de la tierra recién removida,
de verdes praderas
y del temporal.
Siento la lluvia caer,
te siento caer.
Te siento inundarme.
Inúndame, nútreme otra vez.
No se ve, pero la siento abatirse sobre mí.
La veo empapándome.
La frescura, los tonos grises
que anuncian serán verdes.
Lluvia, en este momento,
llueve, llueve dentro de mí.
Los campos se alegran.
Hay niños brincando en los charcos. Las cosas
grises mueren un instante.
Viniste, te vi.
La lluvia cae en finas, pero constantes
gotas. Se empapa mi corazón,
se impregna del olor húmedo,
se nutre del agua,
Siento fraguar dentro de mí
algo magnífico,
hijo de la tierra recién removida,
de verdes praderas
y del temporal.
Siento la lluvia caer,
te siento caer.
Te siento inundarme.
Inúndame, nútreme otra vez.
viernes, enero 18, 2013
Células perdidas.
Contempla tu mano,
ve cómo llevas contigo parte de mí.
La piel muere.
Parte de mí murió en ti.
Me siento más ligero.
Creo que morí un poco de más.
Mis dedos arden,
envueltos en llamas.
Mi piel se consagró
en la tuya. Yo siento cómo
se me entumen las entrañas
de sólo verte.
Dime, tú, si
yo debería seguir aquí.
Y no en ti.
Dime si tú también.
Dime si tú gustas de mí
como yo de ti.
No digas nada.
Me soy contigo.
ve cómo llevas contigo parte de mí.
La piel muere.
Parte de mí murió en ti.
Me siento más ligero.
Creo que morí un poco de más.
Mis dedos arden,
envueltos en llamas.
Mi piel se consagró
en la tuya. Yo siento cómo
se me entumen las entrañas
de sólo verte.
Dime, tú, si
yo debería seguir aquí.
Y no en ti.
Dime si tú también.
Dime si tú gustas de mí
como yo de ti.
No digas nada.
Me soy contigo.
jueves, enero 10, 2013
Ficción - La frialdad del fuego
Yo no pude entender por qué tu piel la recordaba ligeramente pálida. Te vi hace dos noches; te encontré, completamente, opuesta a mi memoria: negra, con aspecto de chamusquina. Vi a través de dos ojos vidriosos y carcomidos los fantasmas de dos irises hermosas, del color de la madera tallada. Pensé en aquella voz, tu voz; la garganta estaba consumida y había un hoyo que perforó hasta la columna misma. Yo te veo. Ésta no eres tú. Pero ellos decían, me exclamaban en la cara, llenándome de su asquerosa saliva, que sí, que sí eres (bueno, eras) tú. Que no me obnubile. Que no me quiera engañar. ¿Eres tú, acaso?
Un par de dientes me observan entre los labios deshechos. A pesar de lo que sea que te haya pasado, sigues manteniendo el encanto divino de cuando tú y yo fuimos novios, de cuando nos quedábamos en la azotea de ese edificio, fácil de escalar, encallado en medio de dos distribuidores viales. A pesar de eso, era un lugar muy tranquilo. Mírate; no eres la misma de siempre. Ya no sonríes, ya no me quieres. Tu querer se fue hace mucho. Te veo. Siento cómo tu sangre fluye cuando no tienes pulso alguno. Sigues siendo encantadora. Bella, como siempre, todavía después de esta catástrofe que sentías cernirse sobre ti.
Debo admitir que tu encanto es el mismo, pero la forma de presentarse cambió. Ahora, tu figura recuerda la de aquellas almas que se martirizan en vida para que los que seguimos aquí te glorifiquemos y te imaginemos a la derecha del Padre. Qué risa. Yo no quería venir a verte, para no tener que inundarme en la hipocresía de todos estos patéticos pseudo-religiosos. Pero me obligaron. Ella lo pidió. Sí, tu hermana, que encontró mis cartas entre tus cosas. Según ella, yo seguía siendo importante para ti; que le contaste que verme sería tu última voluntad si te morías primero.
Oh, querida mía. ¿Cómo fue que te apagaste? Jaja, mi mente ligeramente desviada no pudo evitar hacer un chiste con eso. Ja, ya sabes. Yo siempre tan insensible para las desgracias de otros. No, espera, estoy desvariando un poco. Perdona, ehem, ehem. Ahora bien, yo te creí muy independiente porque siempre te ufanabas de que tú solita podías, que no me necesitabas y que no sé qué. Y resulta que no te pudiste olvidar de mí. Suficiente tenía yo con que me ningunearas de esa forma, y ahora resulta que siempre fuiste una pinche doblecara. Joder. Hasta cuando ya no me sonríes, me arruinas. Tú me arruinaste.
Es más: no entiendo qué hago aquí. No sé qué hago aquí. Nunca debí haber venido a verte. Nunca debí venir, pensando que nos perdonaríamos. No vine aquí a monologar; esperaba encontrarte, sí, glacial, pero no tan ajena a mí. Ésta ya no eres tú. Ese cuerpo negro, que solía ser mi hermosa pálida. Tú, tú eras mía. Y ésta ya no eres tú. Mírate. ¿Por qué te abandonaste? Yo... yo, yo te quería. Te quiero; no, quiero lo que fuiste: tu forma de caminar, las sonrisas, tomarnos las manos, el sexo, todo eso. Y te fuiste, egoísta. No me esperaste. No, no quisiste esperarme, estúpida. ¿Por qué?
No, no entiendo. No entiendo qué hice. No entiendo por qué lo hiciste. No entiendo por qué miras al infinito, con dos órbitas que a duras penas parecen ojos, con un agujero que te desgarró la laringe. Tu voz, tu risa, tus lágrimas saltando de mejillas que no existen. Dime, ¿por qué te consumiste? ¿Por qué te dejaste llevar? ¿Por qué me amaste, si yo no era nadie? ¿Por qué me convenciste de... amarte?
¿Por qué?
No debería llorar. Se supone que ya te he superado, que no quería volver a ti; quería demostrarte que yo igual sabía valerme por mí mismo. A duras penas he podido y no volviste. Ya no volverás. Eso es lo más triste: que no habrá más que un recuerdo que extrañar. Disculpa si te ofendí, disculpa si...
No, no puedes perdonar. Tu voz se ha callado y no volverá jamás.
Un par de dientes me observan entre los labios deshechos. A pesar de lo que sea que te haya pasado, sigues manteniendo el encanto divino de cuando tú y yo fuimos novios, de cuando nos quedábamos en la azotea de ese edificio, fácil de escalar, encallado en medio de dos distribuidores viales. A pesar de eso, era un lugar muy tranquilo. Mírate; no eres la misma de siempre. Ya no sonríes, ya no me quieres. Tu querer se fue hace mucho. Te veo. Siento cómo tu sangre fluye cuando no tienes pulso alguno. Sigues siendo encantadora. Bella, como siempre, todavía después de esta catástrofe que sentías cernirse sobre ti.
Debo admitir que tu encanto es el mismo, pero la forma de presentarse cambió. Ahora, tu figura recuerda la de aquellas almas que se martirizan en vida para que los que seguimos aquí te glorifiquemos y te imaginemos a la derecha del Padre. Qué risa. Yo no quería venir a verte, para no tener que inundarme en la hipocresía de todos estos patéticos pseudo-religiosos. Pero me obligaron. Ella lo pidió. Sí, tu hermana, que encontró mis cartas entre tus cosas. Según ella, yo seguía siendo importante para ti; que le contaste que verme sería tu última voluntad si te morías primero.
Oh, querida mía. ¿Cómo fue que te apagaste? Jaja, mi mente ligeramente desviada no pudo evitar hacer un chiste con eso. Ja, ya sabes. Yo siempre tan insensible para las desgracias de otros. No, espera, estoy desvariando un poco. Perdona, ehem, ehem. Ahora bien, yo te creí muy independiente porque siempre te ufanabas de que tú solita podías, que no me necesitabas y que no sé qué. Y resulta que no te pudiste olvidar de mí. Suficiente tenía yo con que me ningunearas de esa forma, y ahora resulta que siempre fuiste una pinche doblecara. Joder. Hasta cuando ya no me sonríes, me arruinas. Tú me arruinaste.
Es más: no entiendo qué hago aquí. No sé qué hago aquí. Nunca debí haber venido a verte. Nunca debí venir, pensando que nos perdonaríamos. No vine aquí a monologar; esperaba encontrarte, sí, glacial, pero no tan ajena a mí. Ésta ya no eres tú. Ese cuerpo negro, que solía ser mi hermosa pálida. Tú, tú eras mía. Y ésta ya no eres tú. Mírate. ¿Por qué te abandonaste? Yo... yo, yo te quería. Te quiero; no, quiero lo que fuiste: tu forma de caminar, las sonrisas, tomarnos las manos, el sexo, todo eso. Y te fuiste, egoísta. No me esperaste. No, no quisiste esperarme, estúpida. ¿Por qué?
No, no entiendo. No entiendo qué hice. No entiendo por qué lo hiciste. No entiendo por qué miras al infinito, con dos órbitas que a duras penas parecen ojos, con un agujero que te desgarró la laringe. Tu voz, tu risa, tus lágrimas saltando de mejillas que no existen. Dime, ¿por qué te consumiste? ¿Por qué te dejaste llevar? ¿Por qué me amaste, si yo no era nadie? ¿Por qué me convenciste de... amarte?
¿Por qué?
No debería llorar. Se supone que ya te he superado, que no quería volver a ti; quería demostrarte que yo igual sabía valerme por mí mismo. A duras penas he podido y no volviste. Ya no volverás. Eso es lo más triste: que no habrá más que un recuerdo que extrañar. Disculpa si te ofendí, disculpa si...
No, no puedes perdonar. Tu voz se ha callado y no volverá jamás.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)