Tuvo que ser justamente con ese tono desgarrador.
No me gritaba, pero sus verdades sonaban contundentes.
Las mías, no, no se parecían.
Toda esa información atropellándose en mi cabeza.
Todo, todo fue falso.
Yo no estoy en el paredón, yo no.
YO NO SOY AL QUE VAN A FUSILAR.
¿O sí?
Pero, ¿y si sí lo fuera?
¿Podría huir?
No sé si pueda huir. Estos barrotes se ven firmes.
La puerta, sin embargo, se abre por adentro.
Que no pasen, que no pasen. No pueden pasar. No pueden.
No derribarán mis puertas.
Yo los resistiré. Moriré como un...
¿hombre?
Tal vez a eso no lo puedas llamar "hombre".
Huir, suena bien.
Morir, también.
Resistir... No, dolería más.
Resistir no es la opción. No hay ideales por los que pelear.
Siempre es mejor morir.
El único sentido que queda cuando todos los demás se pierden
es vivir para no despertar otra vez,
para no despertar jamás.
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