No pude, claro está. Mi cerebro está bloqueado y, por eso, se lacera. Escucho a Joaquín Sabina, sintiendo que sus canciones chance y me dan un aire. No, inútil.
El techo está bonito, no sé qué escribirte y ya me siento muy mediocre. Te extraño un tanto. Y no sé qué escribirte, y no escribirte me duele porque siento lo mereces, pero no te puedo dar nada más que una absurda crónica, ahora sin dedo quemado.
Te necesito aquí conmigo.
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