viernes, abril 27, 2012

Olor a libro

Hace mucho no tenía esa sensación en los dedos. Esa de que dejas algo incompleto, aunque la historia ya haya terminado.
Es triste terminar un libro. Un libro es una cosa traicionera; te envuelve, te atrapa, te seduce, para que al final, se suicide y te deje con ese pésimo sabor de boca que te dice que pudo haber más pero que ya no hay por designio divino.
Volteas la última página y ¡puf! Desaparece todo ese mundo que tanto trabajo tomó construir. Es emocionante llegar a esa hoja final. Sin embargo, te desgarra un poco el corazón que ya no hay más historia a partir de ese punto. Tienes que tirar todos esos lugares, todas esas personas, todas esas situaciones que hicieron entrañable el viaje como espectador.
No sé. Siento que cuando cierro un libro, el regreso a la realidad es muy abrupto. Ese mundo de fantasía que apareció en centenares de páginas se esfuma con un sólo signo de puntuación, con un maldito punto. Me siento vacío por un momento, mientras asimilo que regresé a mi propia realidad.
Es un salto muy grande, ése de volver a donde pertenezco. Creo que volveré a leer.

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