martes, abril 24, 2012

Entrada estúpida de un diario estúpido

Antes de calentar mi comida y, contra mi costumbre, prendí la estufa con unos cerillos. Me di cuenta que ejercí mucha presión sobre la cabeza de la cerilla. Con eso, mi dedo se quemó un poco. Arde, todavía. Pero me hizo sentir un poco más perdido de lo que ya estoy.
Ayer pasaron cosas, muchas cosas. Fue un día extraño e interesante. Genial, en muchos aspectos. Este dedo sólo me recordó que estoy solo. Hoy, por culpa mía, me quedé atrapado. Y en parte por mi culpa, ella también.
Ahora, desde ayer en la tarde, no sé nada de ti. Vi la yema del dedo quemada y tuve muchas ganas de contártelo, aunque fuera una estupidez. Te he marcado a tu celular y lo tienes apagado; todavía hace rato, cuando mi dedo, seguía mandándome al buzón. No te conectarás en los próximos días. Me he (y creo que tú también) quedado solo.
Siento el dedo quemado. Duele, como es natural. Tengo tantas ganas de verte y de compartirte mi yema chamuscada, y encontrarte y no dejarte ir. Sin embargo, por ahora eso no será. Lo sé. Duele más que el propio dedo.
Y ahora escribo esta absurda crónica para que tal vez esto llegue a tus ojos y sientas al leerlo que, aun cuando estábamos jodidos por las circunstancias, me tenías platicándote, compartiéndote mi mundo y lo estúpido que era mi día a día.
Me iré a comer, y luego a poner algo de vitacilina en el pinche dedo.

Hubiera estado mejor que hubieras curado tú mi quemadura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario