martes, agosto 14, 2012

No-ficción - Las piedras del volcán y el pasto sobre ellas

Él ya no recuerda cómo fue que terminaron sobre aquellas piedras volcánicas, tirados sobre el pasto. Piensa que tal vez fue aquella ocasión en que quisieron hacer algo en el Centro y se les acabaron las ideas. Tomaron el Metro y de ahí se fueron hasta aquella piedra cubierta de pasto, que parecía ser un césped muy denso. Bueno, esa versión parece ser la más plausible.
Él no recuerda cómo fue que acabaron frente a la Biblioteca. Sólo recuerda que quiso recostarse en el pasto, y que ella lo siguió. Y lo que vino después, de eso también se acuerda.
Vaya que se acuerda. Recuerda bien que, después de echarse sobre la piedra volcánica, ella y él se picaron las costillas hasta el hartazgo; bueno, él más a ella, porque él no es muy cosquilludo. Recuerda, sí, que cuando dejaron de molestarse, estaban muy juntos, el uno del otro.
Él pasó su brazo por debajo de la cabeza de ella. Se abrazaron. Él recuerda perfectamente que ésa era la primera vez que se sentía así en toda esa semana; un día antes había sido su cumpleaños, pero entre todo el barullo no se había sentido tranquilo en un buen rato. Sentirla cerca lo hizo sentirse tan bien.
Hubo un momento, recuerda él, en que sus rostros se tocaban. Ella es pequeña, y estaba acurrucada en él. Él siente (quizá ya lo inventó, estúpida memoria traicionera) que se intentó acomodar el brazo. No había nadie a su alrededor; el silencio era rey; ellos no se decían nada. Él acabó de acomodarse, y ahora los labios de él tocaban la nariz de ella.
Él ya no recuerda cómo fue que ella y él se unieron. Sin embargo, su memoria no le falla al afirmar que no se había sentido así, tan lleno y tan sonriente. No sabe cuánto tiempo pasó. Sólo pasó, sólo volvió a ser.
Estuvieron juntos un rato más. Luego, llegó el momento de irse. En el camino, él le venía cantando una canción de Tin Tan a ella, de ésas románticas-disparatadas del Pachuco de Oro. Se venían riendo, besando. Estaban juntos. Subieron juntos al Metro, y a él se le acabó la memoria.
Y ésta es la crónica de un día que sucedió, hace no mucho, pero que él conserva con mucho cariño dentro de sí.

Irónicamente, más tarde él descubrió que ella prefería a Cantinflas que a Germán Valdés.

viernes, agosto 10, 2012

Ficción - Una historia contenida dentro de un vaso.

Todo es cuestión de perspectiva.
Yo primero pensé que mi fatídico error era haberme liado contigo. Que en un roce de piel me había dejado vulnerable, que te había dejado enraizarte dentro de lo más profundo de mí, permitiendo que perforaras mi mente y mis sentimientos. Te vi como un peligro. Olvida ya lo que dije, olvida ya lo que leíste.
Olvídalo.
Porque en este momento, el párrafo anterior es una mentira.
Hubo una noche en que en mí no hubo nada más que la miserable gana de una ídem borrachera. Supongo que nunca fue lo más correcto, mucho menos lo más sensato; me conozco y sé que, intoxicado, puedo exponerme demasiado y quebrarme completamente. Sin embargo, mi cuerpo deseaba un buen tequila, algo fuerte para apaciguar mi estúpida mente. Fui a la licorera y la asalté.
Un par de tragos más tarde, esa mareada y vívida lucidez me invadió. Estaba solo, botella en mano y pensé en ti. Recordé los rasgos de tu tez, tus animados ojos oscuros, el cabello castaño y desordenado. Recordé aquella vez en que tú... Ya no recuerdo que recordé. Sin embargo, memorizo perfectamente que te dejé de ver como solía verte: como un peligro hacia mí.
Una pequeña imagen, la tuya, que contrastaba con la gris realidad que en torno a mí había yo construido. Luminosa, ¿sabes?
Todo es cuestión de perspectiva.

viernes, agosto 03, 2012

Matters of jealousy, pride and love.

Como se lo comenté a Royal, hay un vacío que ella llena y que, cuando se va, siento deja más vacío todavía. ¿Por qué? No lo sé. Tantas ganas de que no desapareciera de la nada, que de vez en cuando recibiese un mensaje suyo, por el medio que fuese. Y sé que ella no es del tipo de persona, pero que por favor, a su manera, me haga sentir que no me ha olvidado.
Sus celos, a veces desbocados, la forma desdeñosa en la que a veces me habla, me hacen dudar de mí mismo y de la decisión que juntos tomamos. Hace un buen rato no me clavaba con alguien. Y, como la vez anterior, no me clavé con la mejor persona.
Tengo tantos sentimientos encontrados brotándome. Ganas de reclamarle, pero con ganas de callarme al mismo tiempo para estrecharla entre mis brazos en otro de esos momentos juntos. Ganas de estar con ella, ganas de saberla lejos. Ganas de no sentir.
Ganas de mejor no haberla conocido, haberme ahorrado este desmadre y no tener apego con nadie, como lo había venido haciendo.
Y sin embargo, estoy aquí,
esperando a que lo que me prometiste entre plenamente en vigor.
Por dentro, me desgajo un poco;
cuando te veo, me compongo un poco.
El problema es
que ya no sé
si me desgajo más
de lo que me compongo.