Tengo los párpados tristes y la apatía del día siguiente.
Me pesa estar despierto. Bueno, ahorita,
sí. Sí me pesa.
Hay cosas pendientes para mañana,
libros que leer,
láminas que dibujar,
horas que vivir. ¿Vivir?
¿Qué es vivir?
La pregunta existencial salta
pero salta más por juguetona,
porque nunca se ha tomado su seriedad
en serio.
Prendo el bóiler para al rato.
En un rato más botará el piloto
y me dirá que ya terminó de calentar.
Vaya. Tremendo día.
Hoy no pasó nada y siento pasó absolutamente
todo lo que pudo haber pasado. Pero no pasó.
Nunca pasa nada. Nunca, nunca, nunca.
Es el mismo cuento de nunca acabar.
Y yo,
inútilmente quejándome un
29 de febrero.
Cuatro años más para volver a quejarme el día de hoy.
Bueno, hoy ya no, porque
en cuatro años será 2016 y no
2012. 2012 como ahorita.
Aún no cumplo años.
Ya mero es. Quiero que ya sea. ¿Por qué?
No sé. Mis párpados tienen sueño y ellos tampoco saben.
No hay comentarios:
Publicar un comentario