martes, mayo 10, 2011

Historia contrafactual

Cuando se tiene demasiado tiempo en las manos, uno no puede dejar de pensar hipótesis tan inverosímiles, pero tan diversas y variadas. Hoy tuve tiempo libre. Y quise compartir mis conclusiones, sobre todo contigo, que le acabas de picar al link que te trajo aquí. 
Recuerdo poco de mis pequeños años siendo un mocoso consentido e indefenso. De las veces que llegaste a mi cuarto cuando te pedía aunque fuese un mísero vaso de agua. Ay, era yo un bultito un tanto inútil; era obvio, tenía yo unos cinco años. Algo así. Muchas veces pienso que tal vez de no haber sido por aquellas veces en que te sentaste en mi cama, a calmar mis lagrimitas temerosas, a decirme que todo iba a estar bien, yo no estaría sentado en este momento escribiéndote esto.
Es probable que exagere, pero también es probable que esté en lo correcto. Imagínate. Quizá si tú no fueres como eres, yo no sería como soy ahorita. Eres culpable de gran parte de cómo soy, de cómo reacciono, de qué me gusta, de qué pienso, de cómo debo actuar. Y si, aunque sea una nimia parte, tu historia no hubiera sido como fue, yo no estaría aquí.
Han pasado 16 años, largos cuando los vivimos, cortos cuando intentamos recordarlos. Han pasado tantas cosas, nos han pasado tantas cosas. Tantas que no podemos darles cabida en nuestra memoria. En 16 años, me ayudaste a forjarme, a darme forma. A hacerme aquél que soy y nadie más.
Te agradezco mucho que me hayas hecho así, tal vez un mucho falible, pero vieras cómo disfruto ser como soy.
Y todo te lo debo a ti, alguien a quien escuché cuando mis células aún no sabían si hacer un pie o una mano, un ojo o un labio. Aquella que me dio una mano si la necesité y que jugando conmigo soportó mis "sángüiches". 
Después de tanto jugar a la historia contrafactual, me di cuenta de que no puedo hacerlo por mucho tiempo. No puedo cambiar mi historia. Tampoco quiero. Porque desde hace 16 años soy quien soy porque te vi. Porque exististe. Y porque yo quise existir para que me vieras correr a tu lado y pudieras ver que siempre me levanté. Porque quise que siempre pudieses voltear a verme y sonreír, como yo lo hago por el simple hecho de pronunciar dos letras, repetidas, que juntas dicen muchísimas cosas.

Después de 16 años...
Después de tanto tiempo de conocerte...

Muchas gracias por todo, mamá...
Ven, toma mi mano y vayamos a recorrer el mundo que nos tocó pisar.
Juntos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario