jueves, septiembre 27, 2012

Errante

Miro
y puedo leer.
Sé interpretar.
Sé decir.

Veo,
a través de mis ojos,
con mis neuronas,
con mi piel,
el sudor que nos embarga.

Mis manos.
Están frías, me palpan,
me tocan.
Me sienten, pero no sienten
el mundo que las rodea.
El aire. El aire no existe.

Veo,
veo el mundo.
Se desdibuja;
pasa del trabajo final,
al bosquejo, a la hoja en blanco.

Ya no hay más mundo.
Ya no hay más nadie.
Sólo existo yo.
Porque a ese mundo en reversa
yo no pertenezco.
Mis pensamientos ni mis sueños,
tampoco.

No hay más mundo
que lo que mis ojos quieren ver.
No hay más mundo
del que puedo ver más allá.
No hay más mundo
porque simplemente
no hay.

Sólo soy.
Sólo sé que soy.
No pertenezco.
No pertenezco al mundo.
No pertenezco a nadie.

Quizá deba despedirme.

Lo que no entiendo
es cómo llegué a mundos
donde creyeron que pertenecí.
Sujetaron un fantasma.

No sé si me deba ir.

Las relaciones humanas
son muy confusas.

Estoy seguro de no pertenecer.
Y eso es,
sublime.

Pero...

Tampoco
pertenezco a mí.

Lo peor que puede pasar
es que el líder de la Revolución
al final de cuentas
sea un
traidor.

domingo, septiembre 16, 2012

Botellas vacías

Una noche en que yo
no te tuve
(pero te quería tener),
fui a una pequeña reunión. Un cumpleaños
donde sólo conocía a dos personas.
¡Qué importa!, me dije.
Fui, con la intención de no saber de mí
y olvidar
que no te podía tener
aquella noche.

Un par de tragos después, entrado en calor
los desconocidos no me parecían
tan desconocidos, sólo
extraños, pero
buena onda todos.
Recargado contra el hombro de la cumpleañera,
sosteniéndome
la espalda de su mejor amiga,
una hora después, me encontraba
trastabillando por ahí,
aún consciente
(creo).

Salimos al OXXO, provisiones para todos;
no había ni aguas locas.
Un tequila, par de rones y cigarros.
Regresamos,
pomos en mano a seguir festejando
a la cumpleañera;
la patria qué, esa morra puede
(y pudo)
esperar.

Un rato más tarde,
las venas hasta el pito de etanol,
recostado en una mesa,
maréandome como buen borracho,
te vi,
recargada en un muro.
Pero sabía que no estabas ahí;
ahí, para mí no había nadie.
Sí, estaba solo
(bueno, un poquito, solamente).
Entonces, ¿qué
fue lo que vi en un muro?

Volví a ver y no había nadie.
Le eché la culpa al alcohol.

Quizá un poco aterrorizado por
esa visión,
llegué con esta amiga.
Hablé, hablé, hablé.
Seguías ahí.

Una pequeña herida fresca
que soñaba con no cerrar,
pero quería vivir sin dolor.

Más alcohol, borrachos random.
Ya no volviste a regresar.
Pero te pensé, pero te pensé.
Creí que te vi otra vez,
pero me convencí
de que estaba
en un error
(creo).
Nunca he sido bueno para convencerme
de nada.

Dormí, dormí, dormí.
Y cuando desperté
cargué mi Cruz.
No había más ganas de soñarte
porque hacerlo me dolía, sin quererlo.

Te busqué, te busqué en mi borrachera.
Pero sólo encontré el suelo
y mis manos vacías.


lunes, septiembre 10, 2012

Scars

Look at these scars.
    Look at what they mean.
  They may mean everything about me.
  They may mean nothing at all.
I am not sure.

Look at these scars.
   Now back at your own scars.
  Aren't they beautiful?
  They must be beautiful.
Somehow, they are not. Not at these times.
Who the hell is sure?

Look at these scars,
   so ruthlessly done,
   savage memories of broken dreams,
   of dead illusions.
  What does it mean to have scars?
The pain is still here,
Why am I not sure of anything?

Look at these scars.
  They say I've suffered.
  They say everything still aches.
Look at them, tell me. Why did I hurt myself
in such way?
  Why nobody is sure?

The scars. Do they mean pleasure?
  Suffering?
 What do they mean. I see my scarred skin
 and I don't see anything.
Just vile thoughts running,
  pushing me to an edge.

Scars, these scars.
  My charred being is not far
from becoming a giant
pile of fucking ashes.
  Consumed. There's no blood, there's no blood.

There won't be any blood.
These scars are from blood spilt within.