viernes, agosto 26, 2011

Espejo

Mi corazón, acelerado, reaccionó.
Pude verme.
Reflejado en un ínfimo espacio.
En un ínfimo segundo, 
en la pequeña ventana ámbar
ahí estaba yo.
Me veía tan pequeño,
tal vez frágil,
inseguro.
Pero, en ese pequeño lugar,
cálido, 
estaba resguardado
del llanto, de la amargura
y del dolor.
Estaba envuelto
en la cortina dorada
de sus ojos.

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