jueves, marzo 31, 2011

La legión de los tristemente felices.



"El carnaval del mundo engaña tanto,
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto
y también a llorar con carcajadas."
Juan de Dios Peza

En este mundo hay mucha gente: gente diversa, gente multicolor, gente que otra gente no imagina, pero que igual existe. Y entre ellos, existimos nosotros, la legión de los tristemente felices.
¿Qué nos hace únicos? El hecho de que nos corrompimos, de que nos dejamos destruir por culpa del simple hecho de preguntar, de querer saber. De ir más, cada vez más lejos. Conocimos soledades que corroen, compañías que asfixian, mundos paralelos para perderse por un rato. Nos hicimos una vida imposible, jamás satisfecha, jamás saciada.
Nos rodeamos de pasados amargos, futuros soñados, presentes sufridos. Mientras más sabemos, más se quiebra el mundo. Mientras más sabemos, el dolor se hace más grande; el vórtice aumenta su fuerza. Nos hicimos enemigos de nosotros mismos, de nuestros pesares, de nuestras alegrías. Lentamente, descubrimos que la vida es una eterna agonía, llena de delicias, sueños e ilusiones; una agonía tan dulce, tan hermosa como ver el amanecer de un día nublado, como ver a los ojos a la persona que amas. 
Nosotros, los tristemente felices, vivimos de nuestras aspiraciones, de la gana de buscar, de encontrar y de matar sueños para que nazcan nuevos. Respiramos amores, lágrimas, estacas que atraviesan el corazón. Vemos lo complicado de lo simple, lo simple de lo complicado. Somos creadores, exploradores, visionarios. Somos la víctima y el victimario. Somos nuestra propia muerte y nuestra propia creación. Somos los que, sin avisar, pierden su vista observando el infinito. Somos los poetas que se desviven en cada letra de su vida.
Somos aquellos que lloran cuando la felicidad les parte el corazón; somos aquellos que ríen cuando las lágrimas curan las heridas. 
Somos quienes somos, y nada más.
Porque nosotros somos la eterna legión de los tristemente felices.

martes, marzo 29, 2011

Explicando cosas estúpidas II

Algo que caracteriza cualquier cosa que escriba es, muchas veces (sino es que la mayoría), la espontaneidad.
Se viene un momento de inspiración y lo escribo. Si no alcanzo a escribirlo, declaro esa idea muerta; ya no la puedo desarrollar como en el momento en que la concebí. 
Creo que es por eso que siento que no seré buen novelista.

Explicando cosas estúpidas I

Vi blogs amigos. Y me dio por escribir esto.
No pongo imágenes porque, para describir lo que yo escribo, necesito de algo que haya salido de mi paciencia, creatividad y un lápiz.
Ergo, aunado a mi incapacidad motriz, mi blog está un poco pelón. 

lunes, marzo 28, 2011

Preguntarse.

Hoy quisiera cuestionarme para dónde voy.
No sé.
Sólo sé que voy rumbo a mi muerte, que me espera tal vez lejos, tal vez cerca.
Ahora, hay que ver qué tanto puedo hacer antes de saludarla.
Qué intenso. La vida es una carrera contra un reloj sin numeritos.

domingo, marzo 27, 2011

La vorágine.

Buenas noches, señores.
El mundo se apaga, la vida se acaba.
La tormenta consume.
Buenas noches, señores.

Buenas noches, señores.
El telón cae. Sus cuerpos caen.
Cielos que ahora se escurren entre los resquicios de la Tierra.
Señores, buenas noches.

Señores, buenas noches.
Las cortinas arden, los techos crujen.
Arriba ya no hay concreto, sólo el azul oscuro de la noche.
Señores, esto ha terminado.

Ha terminado.
Y ahora, con ustedes,
nuestro siguiente acto.
Un momento;
ya no hay nadie.
Se cancela la actuación.

Señores, buenas noches.

sábado, marzo 05, 2011

Ataques de melancolía - Lejos

Este es un mensaje de alguien perdido en el tiempo.
Perdido en sí mismo, perdido de sí mismo.
Delirando sueños despierto,
añorando delicias lejanas.
Queriendo salir, huir, correr.
Deseando jamás volver.

Sollozando.
Acongojado.
Triste.
Domado por una tristeza insólita, de origen desconocido,
de efectos vastos, de lágrimas ácidas, de labios sin destino,
de soledades amargas, sin sentido, de sentimientos tontos
que no deberían de existir
porque yo permití que florecieran
cuando no debí.
Porque yo he muerto 
en silencio.
Una navaja clavada,
filo de los sinsentidos
que chorrea un fino hilo,
un fino hilo de lamentos.