lunes, agosto 02, 2010

Parte uno de alguna historia que la flojera pudo provocar.

Son las tres de la tarde y el reloj insiste en marcarme que es esa hora. Suena un 'bip' gracias al mugre reloj. Aún no me quiero mover de mi santuario personal, que todos conocen como "mi cama". Lo bueno es que no hay nadie que me corra de mi pequeña fortaleza. Ah, bueno. Pues a seguirla echando, se ha dicho.

Ay, no. Hoy es lunes. Se supone tengo que hacer algo. Y ese algo, no me pregunten por qué, no recuerdo que es. No me voy a mover de aquí. Screw it. En fin. Ese evento se perderá de mi presencia, oh, cuánto lo siento.

Mmmm, ahora que lo pienso, ese algo era...no, no era, ¿o sí? No, no... Espera, espera. Creo tenía que ver con...No, tampoco. Ah, ya me frustré. Ya ni sé. Según está escrito en la computadora. Y no me quiero mover, gracias. Igual y es algo urgente. ¡¡¡Quizá hasta se nos peló alguien de la familia!!! PTM. Sí, tengo que ver. Sin embargo, tengo computadora de escritorio. Y no han querido darme mi lap de vuelta. Y aunque esté a sólo tres pasos de mi guarida ultrasecreta (sí, claro, cómo no) esa cosa llamada monitor, anclada al CPU, nomás no quiero, ya dije. No repetiré.

He de decir que tengo que fraguar una muy buena idea para que ese armatoste llegue mágicamente a mi cama, pero sin tocar el suelo. Es como esos juegos de niños: "No puedes tocar el suelo porque es lava y te quema y pierdes y ya no puedes jugar y te quedas como el 'mostro de fuego' que nos quiere comer y si te toca el 'mostro' pierdes y si bla, bla, bla, etecé, etecé ad infínitum".

Ahora hay que ver cómo no me convierto en el 'mostro'.

1 comentario: