Aquél fue un gran día.
¡Los novios, los novios!
La familia se dispuso en torno
a una larga y estrecha mesa.
Manteles, platos, desayuno.
Y swoosh!
La primera víctima, el primer despeinado.
Un suspiro travieso hizo que
el cabello se transformara en bigotes
(¡pobrecitas damas!),
los manteles en paracaídas y
los platillos en manchas.
La lona soñaba con la bandera
y se esmeraba en soltarse para
encontrarse con el imponente pabellón
a tres calles.
Y el suspiro travieso asestaba cachetadas,
volcaba las mimosas,
reveló la calva del pobre juez,
al que tuvieron que hacer "casita"
(qué pena, no vaya a ser)
para estampar su rúbrica
en el papel que a ambos,
a los queridos novios,
los unía.
Y cuando se signó,
los aplausos llovieron;
las bendiciones,
también.
Conforme se acercó la noche,
el suspiro travieso ya sólo era un murmullo
que arrullaba el andar de los novios,
que acariciaba sus rostros conforme
sentían que
ante ellos
se abría una nueva puerta.
El viento se silenció
para dejarlos pasar.
viernes, mayo 01, 2015
domingo, marzo 01, 2015
Repetition.
So, I had you once in my arms.
Twice. Or was it thrice?
Can't recall.
And I remember your thought pulled me
through
and I was once
or thrice or twice
for a moment yours and sincere.
And now, where are you? I can't find
whatever is left of
the pristine eyes I twice
or thrice or once
used to know, that I engraved
on my heart for infinite days.
My hand is heavy, filled with
the touch
of a thrice, twice, once
upon a time between your arms
and your quietness
and your silent body
and your silent love.
And I wonder where did I
lose you.
And I wandered off, into the
once, twice, thrice
real moments,
the now memories of a lost love.
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